jueves, 2 de abril de 2009

¿Semana Santa o qué?


Amigos, la próxima semana será la mal llamada Semana Santa, que de santa poca cosa tiene. ¿Cuántos irán a las iglesias a revivir los misterios de la pasión, muerte y resurrección de Cristo?
¿Cuántos se aferrarán al ayuno, tan importante para la desintoxicación periódica del cuerpo y a la creación del ambiente ideal para la reflexión sobre sí mismo, cuando lo que vemos es a gente preparándose para rendir el más ferviente culto a los placeres de la carne… mejor dicho: de “las carnes”, es decir, la de poner en el bar-b-cue y la del sexo? Yo extraño tanto aquella pequeña iglesia de madera de mi pueblo donde, para esos días, los campesinos venían descalzos y las mujeres sobre humildes chancletas, en una auténtica actitud de adoración y arrepentimiento.

Gente que porta a los santos en los labios, pero nunca en las obras. Sí, la hipocresía que he visto en esos lugares y la falta de autenticidad, me repugnan.
La próxima semana será Semana Santa y me pregunto, ¿Cuántas damas y sus esposos abandonarán en esa semana la tradición de ir a la iglesia a exhibir sus costosos trajes y joyas, para vestir con la humildad de la túnica de Cristo? ¿Cuántos serán capaces de limpiar su corazón de la envidia y la crítica al prójimo? ¿Cuántos se alejarán de los excesos en el comer y beber que tanto mortifican sus figuras?

Si usted no va a aprovechar esa semana para dedicarla a un cambio en su rutina de afanes de riqueza, envidias, agresiones contra su organismo y contra los demás. Si usted para lo que se prepara hoy es para darse cuatro o cinco harturas de chorizos, chuletas, churrascos y papitas fritas. Si ya está bien aprovisionado de galones de whisky, ron, cajas de cerveza y coordinado su proyecto con amigos, entonces por favor, por lo menos… ¡no diga que usted se va de Semana Santa!

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